ANEXO 1 - UBICACIÓN Y DESCRIPCIÓN
Extracto tomado del
libro de mi autoría “La protección del
medio ambiente marino, insular y costero y el caso de las islas del
archipiélago de Nuestra Señora del Rosario”, publicado por la Universidad
Externado de Colombia en mayo de 2009.
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“5.1 DESCRIPCIÓN GENERAL DEL ÁREA EN CUESTIÓN
Ubicación
geográfica
El Archipiélago de Nuestra
Señora del Rosario se encuentra localizado aproximadamente a unos 35 kilómetros
al suroeste de Cartagena de Indias, entre los 10° 00´ - 10° 14´ Latitud Norte y
los 75° 53´ - 75° 45´ Longitud Oeste. Lo conforman un grupo de islas e islotes
de origen coralino, rodeados por bajos y arrecifes de coral bien desarrollados.
Las islas, islotes, cayos y
morros del Archipiélago de Nuestra Señora del Rosario son alrededor de treinta
y comprenden un área de 384 hectáreas. Entre ellos se destacan Isla Grande
-ocupa 206 hectáreas y es la más extensa-, Isla Naval, Isla Rosario -95
hectáreas-, Isla Caribaru, Isla Tesoro, islas San Martín, San Antonio y San
Juan de Pajarales, Isla Pirata, Isla Arena, Isla Periquito, Isla Macabí, Isla
Pavitos, y una serie de islotes, algunos de ellos artificiales construidos por
el hombre utilizando bloques de coral extraídos del fondo marino.
Características del ecosistema en cuestión. Razones para
protegerlo.
A pesar del
deterioro ambiental a que han sido sometidas estas áreas, en ellas se
encuentran ecosistemas marinos tropicales de alta productividad y riqueza
ecológica, como son los bosques de manglar, las praderas de fanerógamas marinas
y las formaciones coralinas.
Los arrecifes
coralinos son los ecosistemas más complejos y frágiles que existen en el
océano; están restringidos a la zona tropical del planeta y son muy sensibles a
las condiciones de salinidad, temperatura, radiación solar y claridad del agua.
En este bioma, las comunidades de corales hermatípicos tienen una disposición a
la vida colectiva y forman verdaderas colonias; sus pólipos -animal del coral-
producen una secreción basada en carbonato de calcio que origina una estructura
en forma de roca, sobre la cual crece la colonia. En su conjunto los arrecifes
coralinos son responsables de la productividad de aproximadamente el 70% de las
especies de peces del océano, puesto que muchas de ellas realizan su fase de
reproducción o de crecimiento larvario en estos sitios.
Los corales
arrecifales regulan la salinidad del mar debido a que construyen sus colonias
en los trópicos donde hay mayor radiación solar, lo que conlleva a una mayor
evaporación y por lo tanto al aumento de la salinidad en esas áreas. Si se
incrementan los niveles de sal en el mar, los sensibles pólipos del coral lo
detectan y lo aprovechan, extrayendo el carbonato de las sales y minerales
disueltos en el agua oceánica, con lo que aumenta la posibilidad de crecimiento
de las estructuras coralinas. En el caso contrario, si la salinidad disminuye,
también lo hace el crecimiento del sistema coralino; desaparecen algunos atolones
y se disuelven grandes volúmenes de sal. En tal sentido se considera la función
reguladora y catalizadora del ecosistema coralino como la de un verdadero riñón
del mar que permite mantener los niveles de sodio, carbono y calcio del océano.
Los arrecifes
coralinos no alcanzan a cubrir siquiera el 1% del lecho oceánico; no obstante,
se calcula que sustentan el 25% del total de la vida marina.
En los arrecifes
coralinos del Caribe se encuentran especies vivas que van desde algas y plantas
microscópicas que transforman la luz solar, los nutrientes y el bióxido de
carbono en azúcares y otros alimentos que constituyen la base de la cadena
alimenticia de muchas especies marinas, incluso de algunas de grandes
dimensiones.
Algunas especies
de algas son calcáreas y por su misma composición aportan carbonato de calcio
que contribuye a la conformación de arrecifes y playas. Las playas hacen las
veces de filtro de las aguas lluvias que escurren por la tierra y llegan al
mar, evitando por tanto que los sedimentos lleguen hasta los arrecifes de
coral.
La fauna marina
presente en los principales ecosistemas del archipiélago es muy diversa en
cuanto a número de especies; sin embargo, y esta es una de las características
en la mayoría de los ecosistemas tropicales, la densidad de individuos por
especie es relativamente baja, razón por la cual dichas poblaciones son
altamente vulnerables a cualquier tipo de explotación.
Las praderas marinas
presentes en áreas del archipiélago son comunidades costeras tropicales de
plantas acuáticas fanerógamas, comúnmente llamadas
pastos marinos. Se encuentran en ambientes tranquilos, con aguas cálidas,
claras, libres de aportes de agua dulce y con temperaturas que fluctúan entre
25° y 31°C; crecen sobre fondos arenosos y con cascajo y, además de ser en si
mismos alimento para una variedad de especies marinas, se convierten en anclaje
de la arena, manteniéndola en su lugar y evitando que el agua la desplace.
Los manglares
son formaciones vegetales siempre verdes que se desarrollan en los limos
litorales salados y móviles (en plena zona de influencia de las mareas:
estuarios, lagunas y ensenadas) presentes en la zona intertropical. El manglar
es un bosque bajo, que no suele sobrepasar 15 m de altura, constituido por
árboles de troncos rectos y esbeltos que presentan un gran número de raíces
zanco para fijarse al fango, y de raíces respiratorias o neumatóforos. Estos
ecosistemas, únicos e irreemplazables, presentan una serie de adaptaciones
que les permiten sobrevivir en suelos inundados por el mar, aun cuando parte de
sus órganos queden bajo el agua salada.
Los dos tipos de
raíces quedan al descubierto durante la bajamar y forman un entramado que
alberga y proporciona refugio a multitud de especies animales, como peces,
aves, reptiles y mamíferos. Además, constituyen zonas de apareamiento, cría y
alimentación para gran número de peces y de invertebrados marinos.
El manglar, al
igual que los pastos marinos, previene la erosión del litoral al permitir el
anclaje de los sedimentos costeros. Las plantas costeras, al dar consistencia
al suelo con sus raíces y con su misma estructura, controlan la erosión
evitando que sedimentos provenientes de la tierra contaminen y alteren las
condiciones de limpieza, claridad, oxigenación, temperatura y salinidad que
requieren los arrecifes coralinos para su sano desarrollo.
Las especies de
mangle que se encuentran en el archipiélago son el mangle rojo, el mangle
negro, el mangle blanco y el botoncillo. Crecen sobre el borde de las lagunas
internas o ciénagas que se encuentran en las islas, como en la de Cocoliso y en
las lagunas internas de Isla Grande e Isla Rosario. En la ciénaga El Mohán -en
Barú- se encuentran en crecimiento concentrado los manglares más extensos del
área en cuestión. Además, circundan los canales que separan ciertas islas, como en el caso de Caño Ratón entre Isla Grande e Isla Naval, o
cubren algunas de las islas como Tesoro y las Pajarales.
El conjunto de
ecosistemas antes mencionado cumple, entre otras, la importantísima función de
regular las corrientes marinas, reduciendo la fuerza del agua antes de llegar a
la playa, protegiendo la costa de tormentas e inundaciones.
En los arrecifes
coralinos se encuentran especies marinas tales como: una gran variedad de
corales -entre los cuales se pueden mencionar el abanico, tubular, cuerno de
alce, cerebro, plato, etc. -, camarones, langostas, cangrejos, el caracol pala
(escaso actualmente por su explotación intensiva), erizos, gran variedad de
peces, así como de sus depredadores como morenas y barracudas, tiburones,
tortugas, manatíes y hasta delfines. Igualmente se encuentran esponjas, medusas
y anémonas, algunas de las cuales cumplen funciones de protección a otras
especies que conviven en los arrecifes.
Las islas además
sirven de sitio de nidación de varias especies de aves tanto residentes como
migratorias. La variada oferta de alimento representada en especies marinas
atrae aves tales como alcatraces, pelícanos, gaviotas y fragatas.
Además, también
se encuentran plantas microscópicas unicelulares bioiluminiscentes que con el
movimiento del agua producen un efecto luminoso similar a pequeñísimas chispas,
como se puede apreciar en la laguna costera conocida como Laguna Encantada, en
Isla Grande.”
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